Lesiones ulcerativas, deficiencias nutricionales y daños hepáticos convergen en esta compleja enfermedad que requiere diagnóstico temprano, manejo especializado y seguimiento clínico integral.
Para entender el síndrome hepatocutáneo es necesario comenzar por su manifestación más visible: la piel. Esta enfermedad se presenta con lesiones ulcerativas, costrosas y dolorosas, especialmente en las zonas de unión mucocutánea y cutánea. Estas áreas incluyen las regiones interdigitales, almohadillas plantares, orejas, región periorbital y puntos de apoyo como codos y talones.
Según el médico veterinario Samuel Roca, las manifestaciones cutáneas suelen aparecer primero y pueden anticipar las lesiones hepáticas. “Primero aparecerán las lesiones cutáneas para luego proceder las lesiones hepáticas”, explicó.
Signos clínicos
El síndrome hepatocutáneo presenta un cuadro clínico evidente y preocupante. El Dr. Roca detalla que los animales afectados muestran signos generales de enfermedad, como anorexia, pérdida de movilidad, poliuria y polidipsia.
Los análisis de laboratorio suelen revelar anemia leve no regenerativa y un aumento en enzimas hepáticas como ALT, AST y fosfatasa alcalina. “Un dato muy importante es que se encontrará hiperglicemia, que sería la diabetes, y la disminución de los aminoácidos”, señala el profesional.
Daños hepáticos
Además del aumento en las enzimas, los estudios de imagen pueden revelar alteraciones morfológicas del hígado. En ecografías abdominales, el hígado puede presentar un patrón ecográfico tipo “queso suizo”, característico de este síndrome y asociado a degeneración hepática.
El vínculo entre el hígado y esta enfermedad radica en un desbalance en el metabolismo de aminoácidos y del zinc, nutrientes esenciales cuya deficiencia o mal aprovechamiento contribuye al desarrollo de esta condición multisistémica.
Diagnóstico y pronóstico
“El diagnóstico se convirtió en algo difícil de alcanzar porque es un síndrome que tendrá afectación hepática y cutánea”, afirma el Dr. Roca. Por eso, es fundamental un diagnóstico diferencial cuidadoso que descarte otras patologías con síntomas similares.
El pronóstico suele ser reservado, ya que muchas veces el diagnóstico llega cuando la enfermedad está avanzada. Además, la frecuente asociación con diabetes mellitus complica el tratamiento y reduce la esperanza de vida.
Tratamiento
El tratamiento se orienta principalmente a corregir la deficiencia de aminoácidos y mejorar su metabolismo. También se recomienda suplementación con zinc y un abordaje dermatológico integral, de preferencia con un especialista.
“Mejor si se asiste a un especialista en esta área, donde él sabrá el momento en el que se debe hacer uso tanto de los antifúngicos como los antibióticos”, recomienda el Dr. Roca.
También es importante vigilar posibles hemorragias vasculares, que pueden formar parte del cuadro clínico y deben manejarse de forma oportuna.
El Dr. Roca realiza una advertencia sobre pacientes epilépticos tratados con fenobarbital. Si no se controla adecuadamente la medicación, pueden desarrollar este síndrome.
“Recuerda que siempre necesitas a un médico clínico y un médico especialista en dermatología para que acompañen el proceso que es el síndrome hepatocutáneo”, concluye.