
El estudio del comportamiento animal ha evolucionado hacia una comprensión más profunda del vínculo entre las emociones, la neurobiología y la fisiología de los animales de compañía.
La médica veterinaria Ceres Faraco, doctora en Psicología y especialista en farmacología y toxicología, señala que las alteraciones del comportamiento en perros y gatos deben abordarse como manifestaciones de un desequilibrio en el sistema nervioso central.
“El comportamiento es la expresión funcional del sistema nervioso central. Las respuestas inadecuadas, persistentes o patológicas no son solo de origen conductual: reflejan alteraciones emocionales o fisiológicas”, explica la especialista.
Comportamiento y salud mental en pequeños animales
Desde el punto de vista anatómico y fisiológico, los perros y gatos presentan un sistema nervioso central comparable al del ser humano, con estructuras cerebrales responsables de la percepción, la memoria y las emociones.
Por ello, el bienestar mental y emocional debe considerarse parte del abordaje integral de la salud veterinaria.
El reconocimiento de trastornos emocionales como el estrés y la ansiedad ha permitido replantear las estrategias de manejo clínico y terapéutico, integrando técnicas de modificación de conducta, farmacología y control ambiental.
Estrés y ansiedad: dos entidades diferenciadas
A nivel clínico, es esencial distinguir entre estrés y ansiedad, ya que su fisiopatología, duración y abordaje difieren.
- Estrés: respuesta adaptativa de corta duración ante un estímulo identificable o una amenaza real.
- Ansiedad: estado emocional persistente, difuso, que se mantiene incluso en ausencia de un estímulo concreto.
“Si identificamos el estímulo que genera el estrés, podemos intervenir sobre él. En la ansiedad, el origen puede ser incierto y las emociones problemáticas se perpetúan en el tiempo”, explica Faraco.
Aunque ambas condiciones pueden presentar signos conductuales similares (alteraciones en el apetito, el sueño o la sociabilidad), la ansiedad tiende a cronificarse y requerir un abordaje interdisciplinario.
Factores internos y externos en la respuesta emocional
El comportamiento animal surge de la interacción entre factores externos y factores internos, que influyen directamente en la integración del sistema nervioso central y la expresión conductual.
- Factores externos: estímulos ambientales, sociales o sensoriales (interacción con personas, animales o entorno).
- Factores internos: componentes hormonales, inmunológicos, metabólicos y emocionales.
Estos factores determinan el modo en que el sistema nervioso procesa la información y genera respuestas adaptativas o patológicas.
Un ambiente inadecuado, un entorno impredecible o un historial de experiencias negativas pueden potenciar la vulnerabilidad del animal al estrés crónico.
Indicadores biológicos: el cortisol como marcador de estrés
El cortisol es uno de los biomarcadores más utilizados para evaluar la carga fisiológica de estrés. Sin embargo, su interpretación debe realizarse en contexto.
“El cortisol aumenta tanto en experiencias negativas como positivas. Por eso es indispensable analizarlo junto con la conducta y el entorno del animal”, subraya Faraco.
El enfoque diagnóstico debe incluir indicadores múltiples: observación conductual, evaluación del entorno, historia clínica y, cuando sea pertinente, mediciones hormonales o bioquímicas complementarias.
Manifestaciones clínicas de estrés en perros y gatos
Las respuestas conductuales y fisiológicas varían según la especie, la intensidad del estímulo y la duración de la exposición.
En gatos:
- Conductas de ocultamiento o aislamiento
- Vocalización excesiva o cambios en la comunicación
- Acicalamiento compulsivo o abandono de la higiene
- Agresividad o miedo
- Alteraciones en los hábitos alimentarios y de uso de la caja de arena
En perros:
- Vocalizaciones excesivas (ladridos, gemidos, jadeos)
- Conductas destructivas, masticación o arañado repetitivo
- Aislamiento, miedo o agresividad hacia personas u otros animales
- Alteraciones digestivas (vómitos, diarrea) y pérdida de apetito
Estas respuestas se acompañan de signos fisiológicos como pupilas dilatadas, orejas hacia atrás, postura encogida o rigidez corporal, reflejando la activación del sistema nervioso autónomo.
Impacto inmunológico y fisiológico del estrés crónico
Diversas investigaciones demuestran que el estrés sostenido compromete la función inmunológica.
Los gatos con altos niveles de estrés presentan hasta cinco veces más probabilidades de desarrollar infecciones respiratorias, en comparación con aquellos en equilibrio emocional.
En perros y gatos gestantes, el estrés materno puede reducir la inmunocompetencia de la descendencia, afectando la maduración del sistema inmune y la resistencia a agentes patógenos.
Estos hallazgos reafirman la necesidad de incluir el componente emocional dentro del abordaje preventivo y terapéutico veterinario.
El valor del vínculo humano-animal en la estabilidad emocional
La calidad del vínculo entre tutores y mascotas tiene un impacto directo sobre la estabilidad emocional del animal.
Factores como la antropomorfización excesiva, la sobreprotección o la falta de comprensión de las necesidades etológicas pueden generar frustración y ansiedad.
“El equilibrio se alcanza cuando entendemos sus emociones desde su naturaleza, no desde la nuestra”, advierte Faraco.
La educación del tutor y la orientación profesional son herramientas clave para promover un entorno estable, seguro y emocionalmente saludable.
El estrés y la ansiedad en perros y gatos son condiciones clínicas reales que afectan la salud mental, inmunológica y fisiológica de los animales de compañía.
El reconocimiento temprano de sus signos, la identificación de factores de riesgo y la intervención multidisciplinaria —que combine manejo ambiental, modificación de conducta y farmacoterapia cuando sea necesario— constituyen la base del bienestar integral.
“El bienestar emocional es parte inseparable de la salud. Un animal tranquilo no es solo obediente, es un animal sano”, concluye la Dra. Ceres Faraco.

