
Andres Salamanca: Consultor en conducta animal y entrenador profesional
En la mayoría de las consultas veterinarias, el foco se dirige inmediatamente al cuerpo: síntomas, diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, cada paciente entra al consultorio con un estado emocional y fisiológico que influye directamente en cómo percibe los procedimientos, cómo responde a la medicación y qué nivel de cooperación puede ofrecer un perro o un gato.
Integrar una buena gestión del comportamiento dentro de la práctica clínica no es un extra: es un componente fundamental de la salud animal.
El estrés y el cortisol: cómo la fisiología emocional impacta la medicina
En perros y gatos, el estrés activa una cascada neuroendocrina: el sistema nervioso simpático pone al cuerpo en “alerta” y las glándulas adrenales liberan cortisol, esencial para la supervivencia. Esta respuesta, útil en situaciones de peligro, se convierte en un desafío clínico porque altera la estabilidad fisiológica necesaria para evaluar, diagnosticar y tratar con precisión.
Los pacientes con niveles elevados de cortisol pueden presentar:
- Taquicardia
- Aumento de la presión arterial
- Hipervigilancia
- Umbral del dolor reducido
- Mayor reactividad a estímulos táctiles, auditivos o sociales
Estos cambios afectan directamente la precisión diagnóstica, la respuesta a los fármacos y la seguridad del personal.
La medicina no puede separarse de la fisiología emocional.

Errores comunes en la consulta que elevan la carga emocional
Manipular sin evaluar el estado emocional previo
El contacto inmediato, sin una lectura del nivel de alerta del animal, genera asociaciones negativas (“consulta = invasión”), difíciles de revertir.
Interpretar la agresión como un episodio aislado
La agresión suele ser la fase final de una carga acumulada: tono muscular elevado, dilatación pupilar, señales de calma ignoradas y liberación hormonal sostenida. Si estas microseñales no se identifican, el paciente ya ha superado su umbral emocional.
Usar la contención como herramienta inicial
La contención brusca se interpreta como amenaza directa, aumentando la activación simpática, la resistencia y las conductas defensivas.
No anticipar detonantes sensoriales
Olores intensos, ruidos repentinos, instrumental visible o tránsito constante preparan fisiológicamente al paciente para la alerta incluso antes de iniciar la consulta.
Recomendaciones basadas en ciencia del comportamiento
La consulta comienza antes del contacto físico
El protocolo de entrada debería incluir un breve tiempo de adaptación, movimientos lentos, voz suave y una aproximación lateral. Este inicio reduce la activación simpática y facilita la cooperación.
Leer el cuerpo como indicador fisiológico
El lenguaje corporal expresa el estado interno. Señales como bostezos repetidos, rigidez muscular, orejas retraídas, postura baja o detención del movimiento de la cola permiten ajustar el abordaje clínico en tiempo real.
Favorecer la participación del tutor
Cuando parte del manejo es realizado por el tutor, disminuye la reactividad gracias a la asociación emocional con la figura de apego.
Integrar el manejo del estrés como parámetro médico
Estrategias recomendadas:
- Procedimientos breves y pausados
- Uso de alimento de alto valor como distractor
- Manejo cooperativo (movimientos voluntarios del paciente)
- Evitar contenciones innecesarias en animales con historial de miedo
Estos ajustes promueven mediciones fisiológicas más estables y un menor riesgo de agresión.
Construir asociaciones positivas
La experiencia emocional determina la predisposición del paciente en futuras visitas. Presentar instrumentos de manera gradual, reforzar conductas deseables y finalizar la consulta con una sensación de control favorecen un aprendizaje emocional saludable.
Planificación clínica centrada en el comportamiento
Una consulta alineada con la fisiología emocional requiere:
- Revisión del historial de experiencias negativas
- Adaptación del protocolo según temperamento
- Control ambiental (ruidos, olores, tránsito)
- Agendamiento diferenciado para animales muy reactivos o con antecedentes de agresión
El comportamiento es parte integral de la medicina. La fisiología emocional afecta cómo los animales sienten, aprenden, cooperan y responden a los tratamientos. Integrar el manejo del comportamiento en la práctica clínica no solo mejora la precisión diagnóstica, sino que promueve una medicina veterinaria más segura, respetuosa y acorde con las necesidades reales del paciente.

