El Museo del Perro abrió sus puertas en Aubervilliers, cerca de París, y ya se convirtió en una atracción única para los amantes de los animales. El lugar está pensado para disfrutar junto a los perros y rinde homenaje al rol que ocupan en la historia y la cultura.
Francia acaba de inaugurar su primer museo dedicado exclusivamente a los perros. El espacio, ubicado en Aubervilliers, en la periferia norte de París, no solo permite la entrada de animales, sino que está diseñado para que ellos también disfruten de la visita. Es el segundo museo canino más grande del mundo, después del de Nueva York.
El Museo del Perro fue impulsado por la Centrale Canine, una institución referente de la comunidad canina francesa desde 1881. Reúne más de 500 metros cuadrados de exposición con obras, objetos históricos y piezas de colección que reflejan la importancia del perro como compañero del ser humano a lo largo del tiempo.
Un recorrido histórico, cultural y afectivo
La primera pieza que recibe a los visitantes es la ficha de registro de Marco, el primer perro inscrito en el Libro de Orígenes Francés, en 1885. Desde allí, comienza un recorrido que incluye esculturas, grabados, estatuillas precolombinas, cromos de razas, dibujos, tapices y hasta una pequeña camita de viaje de la época de Napoleón III.
El museo también cuenta con piezas contemporáneas, como las obras del escultor español Chiqui Díaz o los cuadros del pintor Miguel Ángel Moraleda. Además, incluye una mediateca especializada y colecciones donadas por amantes del mundo canino, como el veterinario militar Michel Contart y la musicóloga Marcelle Benoît.
Un museo para recorrer con perros
Una de las particularidades del museo es que los perros pueden ingresar junto a sus tutores. Incluso hay parques al pie del edificio para que corran y jueguen antes de entrar. La idea es que el recorrido no solo sea educativo, sino también integrador y relajado.
“Queríamos que esta fuera una verdadera casa del perro”, explicó Dorothée Fabre a EFE, responsable del espacio. La propuesta incluye visitas temáticas, talleres escolares y actividades de sensibilización para niños y niñas que, muchas veces, se acercan por primera vez al mundo canino.
En la jornada inaugural, un perro llamado Spartacus, de raza terranova, acaparó todas las miradas mientras paseaba tranquilo por las salas. Según Fabre, la experiencia busca generar un sentimiento de gratitud hacia los animales: “Están en nuestras casas, en nuestras historias, en el cine, en la literatura… Lo que hacemos aquí es reconocer el lugar que ocupan en la vida de los humanos”.