Malena Pérez, más conocida como Male, es actriz, influencer, creadora de contenido y co-conductora del programa de streaming Degeneraciones del canal Ailive, el más famoso de Bolivia. Nacida en Argentina pero camba de corazón, encontró en Santa Cruz no solo su hogar, sino el escenario perfecto para construir una vida auténtica, llena de emociones, espiritualidad y conexión con el presente. Este mes, en homenaje a todas las madres, Malena es la protagonista de nuestra portada. Nos invita a conocer a sus dos grandes amores: su hija Cielo y su gata Nube, dos seres que, como ella dice, llegaron para enseñarle a ser más emocional, más paciente y más feliz.
¿Cómo llegó Nube a tu vida?
Fue un regalo de cumpleaños para Cielo. La nani de mi hija tiene muchos animales y una de sus gatas tuvo crías. Cielo la conoció y se enamoró. Yo al principio no quería, hasta que me convencieron. Al final, la trajimos a casa cuando era muy chiquita, demasiado. Su mamá no la amamantaba, así que me tocó alimentarla con mamadera. Fue más difícil que criar a Cielo, te lo juro.
¿Así de intensa fue la experiencia?
¡Terrible! Me despertaba cada tres horas, me la llevaba al trabajo, incluso mis compañeros le daban la mamadera en pleno programa. Era una bebita frágil y yo estaba en modo mamá full. Dormía muy poco, pero lo hacía por puro amor. Nunca pensé que podía apegarme tanto.
¿Qué rol cumple Nube hoy en tu familia?
Es mi otra hija. Ambas se pelean por mi atención, literal. Una duerme de un lado, la otra del otro. Son como hermanas: celosas, intensas, pero se aman. A veces las espío desde la cocina y las veo jugando, abrazadas. Me conmueve.
¿Cómo es la convivencia entre Cielo y Nube?
Divertida y caótica. Las dos son Piscis, muy sensibles y perceptivas. Tienen energía fuerte, celos, ternura… se parecen muchísimo. Y yo soy Virgo, entonces me toca equilibrar esa intensidad. Me hacen trabajar mi paciencia todos los días.
¿Qué aprendiste de ellas?
Mucho. Antes era súper desapegada. No me gustaba el contacto físico, no lloraba nunca. Pero con ellas me abrí. Aprendí que se puede amar sin que duela, que ser vulnerable no es morir. Ahora lloro todos los días y está bien. Me enseñaron a sentir sin miedo.
¿Y cómo es Nube en tu vida cotidiana?
Es muy perceptiva. Cuando limpio la casa y pongo incienso, se sube a la cama, cierra los ojos y se relaja. Como si dijera: “Gracias”. Es sensible al desorden, como yo. Cuando estoy mal, lo siente. A veces me mira fijo, como queriendo decirme algo. Es una brujita.
¿Tenés alguna anécdota divertida con ella?
Un montón. Pero una vez vino alguien a casa, yo no le di mucha bola a Nube y se enojó tanto que fue y se hizo en la ducha. ¡Literal! Lo hace de malcriada, para llamar la atención. Es una manipuladora hermosa.
¿Qué consejo le darías a quienes quieren tener un gato?
Primero: que lo lleven al veterinario y se asesoren bien. Segundo: que lo castren, si pueden, porque evita muchas complicaciones. Y tercero: que entiendan que los gatos no son tan independientes como dicen. Si no los atendés, te lo hacen saber. Necesitan amor, paciencia y mucho respeto.
Si Nube fuera parte de Degeneraciones, ¿quién sería?
¡Luífer, sin dudarlo! Es cariñosa, dulce, pero cuando se enoja… uff, hace su show. Le encanta que la miren, le gusta el drama. Es muy showzera y vengativa, igualita.
¿Cómo definirías a Nube en una sola palabra?
Intensa. En lo bueno y en lo malo. Pero esa intensidad es amor, es presencia, es compañía. No la cambio por nada.


