
Identificar y tratar el dolor en perros, gatos y otras especies es fundamental para mejorar su bienestar físico, emocional y calidad de vida, aunque muchas veces sus síntomas no sean evidentes
El dolor en la medicina veterinaria moderna
El manejo del dolor en mascotas se ha convertido en un aspecto central dentro de la práctica clínica veterinaria. Al igual que en los seres humanos, el dolor en los animales afecta no solo su estado físico, sino también su comportamiento, estado emocional y calidad de vida.
Sin embargo, identificarlo no siempre es sencillo: los perros, gatos y otras especies no pueden expresar con palabras lo que sienten. Al respecto, el médico veterinario Abraham Cisneros señala que muchas veces este aspecto se subestima. “El dolor en las mascotas muchas veces pasa desapercibido porque los dueños lo confunden con signos de envejecimiento, cansancio o cambios de conducta”, explica.
Señales clínicas y conductuales
La detección temprana del dolor depende de la observación cuidadosa tanto del veterinario como del tutor. Entre los signos más frecuentes se encuentran:
- Disminución del apetito.
- Reducción en la movilidad.
- Aislamiento social.
- Irritabilidad o cambios de conducta.
Estos indicadores, aunque a veces sutiles, permiten al clínico sospechar la presencia de dolor y establecer un protocolo diagnóstico.
Tipos de dolor
Según su duración, el dolor se clasifica principalmente en:
- Dolor agudo: aparece de manera repentina y suele estar relacionado con una causa identificable, como una cirugía, una herida, una fractura o una infección. Generalmente es de corta duración y desaparece al tratar la causa primaria.
- Dolor crónico: persiste por meses o años y se asocia con patologías degenerativas (artrosis, espondilopatías), enfermedades metabólicas o procesos oncológicos. Este tipo de dolor requiere un manejo a largo plazo, que combine fármacos y terapias complementarias.
La correcta diferenciación entre ambos es esencial para implementar el tratamiento adecuado y garantizar calidad de vida al paciente.
El dolor como quinto signo clínico
En la práctica veterinaria actual, el dolor se considera el quinto signo vital, junto con la temperatura, frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria y pulso. Esto implica que en toda consulta el profesional debe evaluar sistemáticamente su presencia.
Para ello, se utilizan escalas de valoración del dolor que contemplan parámetros como:
- Comportamiento.
- Postura.
- Vocalización.
- Respuesta a la manipulación.
- Cambios fisiológicos (frecuencia cardíaca, presión arterial).
Con base en esta evaluación, el veterinario determina la necesidad de instaurar analgesia y elige la terapia más adecuada según el tipo de dolor, la especie, la edad y el estado general del animal.

El rol del tutor en la detección
En muchas ocasiones, un perro o un gato puede llegar a la consulta sin signos físicos claros de dolor. Son los tutores quienes perciben cambios en su rutina o en su relación con el entorno. Disminución del juego, rechazo al contacto, apatía o dificultad para realizar actividades habituales son señales de alerta que deben ser comunicadas al profesional.
La información proporcionada por el propietario, combinada con la exploración clínica, resulta fundamental para detectar el dolor “que no se ve” y ofrecer un tratamiento oportuno.
Retos en la evaluación
A diferencia de los pacientes humanos, los animales no pueden expresar verbalmente lo que sienten. Por ello, el diagnóstico requiere integrar indicadores conductuales, fisiológicos y clínicos.
Entre los principales parámetros a considerar se encuentran:
- Cambios en el comportamiento (aislamiento, agresividad, disminución de la actividad).
- Alteraciones fisiológicas (variaciones en la presión arterial, frecuencia cardíaca y respiratoria).
La valoración integral del dolor sigue siendo un desafío en la clínica veterinaria, pero es un paso imprescindible para garantizar una atención humanitaria y mejorar la calidad de vida de las mascotas.

