La detección precoz del “riñón en riesgo” permite implementar estrategias para prevenir la progresión a una lesión renal aguda, una complicación frecuente en medicina crítica veterinaria, asociada a una alta morbimortalidad.
En medicina veterinaria de cuidados intensivos, el monitoreo de la función renal en el paciente crítico es fundamental. El concepto de “riñón en riesgo” describe una etapa previa al daño renal agudo, en la que ya se observan alteraciones funcionales o bioquímicas que alertan sobre un posible deterioro progresivo si no se interviene a tiempo.
Este tipo de paciente representa un desafío constante para el equipo veterinario, ya que su estado puede deteriorarse de manera rápida y repentina, afectando múltiples órganos y sistemas. En este escenario, uno de los órganos más vulnerables es el riñón, cuya función puede verse comprometida por factores como la hipoperfusión, la sepsis, el uso de medicamentos nefrotóxicos o procedimientos invasivos.
La etapa denominada “riñón en riesgo” no implica aún una lesión renal aguda (LRA), pero sí hay marcadores clínicos y bioquímicos que advierten sobre un potencial deterioro funcional. Identificar y actuar oportunamente en esta fase inicial es clave para prevenir la progresión hacia una LRA, altamente asociada a complicaciones sistémicas y prolongación del tiempo de internación.
La doctora María René Justiniano, especialista en nefrología veterinaria, subraya que es “muy importante que el profesional y las clínicas conozcan las pautas claves para evitar tanto que un paciente desencadene una injuria renal aguda y, sobre todo, que el pronóstico empeore durante la internación”.
En este sentido, advierte que los pacientes que sufren daño renal o que desarrollan un síndrome renal isquémico tienden a empeorar su estadía hospitalaria, afectando significativamente su evolución clínica. “Es fundamental actuar para un mejor manejo general del paciente crítico”, puntualiza.
¿Por qué el riñón es tan vulnerable en pacientes críticos?
Según explica la doctora Justiniano, existen múltiples causas que pueden hacer al riñón especialmente vulnerable en contextos críticos. Estas incluyen una disminución del flujo sanguíneo renal (hipoperfusión), cuadros inflamatorios prolongados, descompensaciones en la presión arterial —ya sea por hipotensión o hipertensión— y la presencia de enfermedades de base como cardiopatías o nefropatías crónicas.
Cabe destacar que la perfusión renal se refiere al flujo sanguíneo que llega a los riñones. Este flujo es esencial para que los riñones reciban el oxígeno y los nutrientes necesarios para llevar a cabo sus funciones vitales, como la filtración de la sangre y la eliminación de desechos del organismo. Cualquier alteración en dicha perfusión compromete gravemente el estado del paciente.

Diagnóstico
El diagnóstico temprano y preciso es determinante en pacientes con sospecha de daño renal. Para ello, es indispensable realizar ecografías renales, ya que la evaluación estructural proporciona información relevante sobre el estado morfológico de los riñones.
Asimismo, se requiere una analítica sanguínea completa, que incluya hemograma, niveles de urea, creatinina, albúmina, calcio, proteínas y fósforo. También es fundamental realizar una evaluación integral de la orina, ya que permite detectar síntomas tempranos y establecer el grado de compromiso renal.
A, B, C, D Renal
La doctora Justiniano destaca un enfoque práctico y sistemático para el abordaje del “riñón en riesgo”, conocido como A, B, C, D Renal, que incluye los siguientes componentes:
- A: Abordaje de la perfusión
- B: Balance hídrico
- C: Control de nefrotóxicos
- D: Diuresis
ABD RENAL (RE): Reevaluación y monitoreo constante
El objetivo principal en el paciente crítico es reevaluar y monitorear de manera continua la función renal, asegurando la detección temprana de cualquier cambio que pueda indicar deterioro. Esta vigilancia estrecha permite ajustar las estrategias terapéuticas de forma oportuna, optimizando el pronóstico y reduciendo el riesgo de progresión a lesión renal aguda.
La especialista enfatiza que “es importante encontrar las señales tempranas de que el riñón está empezando el sufrimiento. Una vez localizada, hay que buscar el factor que está afectando en esta parte: si se trata de una lesión prerrenal, identificar las patologías sistémicas que están generando la alteración; si se trata de lesiones postrenales, actuar de inmediato; y si hay lesiones renales establecidas, manejar con una terapia agresiva, ya que el tiempo es oro”.